¿Alguna vez has visto alguien comiendo solo en un restaurante coqueto y haber deseado nunca tener que pasar por esa experiencia? ¿Comiendo solo? ¿Yo? Pues déjanos decirte que un amigo nuestro nos dió una gran lección sobre este tema y nos enseñó lo valioso que puede llegar a ser tomarse un tiempo en la vida para tener una cita con uno mismo. Tener un "Self-Date", es una gran oportunidad para disfrutar de los placeres del silencio, el espacio y los detalles de una cena especial; De: Mi. Para: Mi. Con mucho cariño. Dedicado a nuestro gran amigo J.J.C. ¿Qué haces por aquí? le preguntamos cuando nos lo encontramos caminando sobre la avenida 10, voy a Po Thai a tener un “self-date” nos respondió. Un restaurante Íntimo, acogedor y con un curry delicioso. La curiosidad pudo más que nosotros y decidimos unirnos al plan, era el pretexto perfecto para ponernos al corriente y disfrutar de una una cena tradicional tailandesa. Lo primero que nos llamó la atención de este restaurante fue la bienvenida del staff originario de Uthai Thani, Tailandia, su chef Jo viajó a México años atrás y se enamoró de Playa del Carmen en donde decidió junto con su familia abrir este exquisito lugar, justo sobre la av. 10 a espaldas de la 5ta. Sentados y sintiéndonos como en Bangkok exploramos la extensa carta, cabe mencionar que ir acompañado de personas conocedoras del menú es una gran ventaja para las primeras visitas, porque las recomendaciones hacen mucho más fácil la elección de platillos, y claro que dejarte sorprender de vez en cuando es un verdadero placer. Para empezar las bebidas, la primer recomendación fue el te rojo, mmmh! en las rocas y con un toque de leche evaporada, que con este clima combina perfecto, también una peculiar cerveza tradicional llamada “Singha”, que es una cerveza tipo lager de baja fermentación con aroma débil y muy fácil de beber. ¡Ah Singha! Unos tragos por aquí, un brindis por allá y estábamos listos para ordenar la comida. La segunda recomendación fue pedir al centro para compartir y probar diferentes platillos, comer de todo un poco siempre es una buena idea. Como entrada escogimos la ensalada de papaya verde con aderezo de pescado, ajo y cacahuates, (solo el hecho de comer papaya verde ya nos estaba abriendo los ojos a una nueva experiencia). Continuamos con un tradicional Phad Thai servido con cangrejo de concha suave frito que una vez más sorprendió por completo nuestros sentidos, y por último nos decidimos por uno de los platillos consentidos de la casa, se come tradicionalmente en año nuevo, el Khao Pad Sapparod que es arroz de jazmín con curry amarillo, piña, nueces de la india y camarones, servido en una piña partida en 2. Llegaron los platillos a la mesa, muy bien servidos, cada uno con aromas y sabores diferentes que se mezclaban perfecto en el paladar… ajo, chile, hierbas frescas, vegetales crujientes, mariscos y salsas hicieron de esta cena una experiencia espectacular, exótica y adictiva. Unos minutos después reinó el silencio y gobernaron las sonrisas. ¡Qué placer comer tan rico, ahora entendemos tu self-date Juanjo!
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